sábado, 1 de septiembre de 2007

Lambayeque: los grandes orfebres


Origen
Leyenda de Naylamp
Esta hermosa leyenda está basada en la versión recogida por el cronista español Miguel Cabello de Balboa (1535-1608) y que la dio a conocer en su obra Miscelánea Antártica. En ella se explica el nacimiento de la cultura Chimú y, en especial, de Lambayeque. La versión que ofrecemos es una adaptación que pertenece al libro Cómo surgieron los seres y las cosas.

Era de noche, pero las balsas seguían avanzando. No perdían un segundo. Hartos de guerra y miseria, hombres y mujeres audaces se habían lanzado a la búsqueda de nuevos horizontes. Se enfrentaban a una tarea difícil. Sufrían penurias. Algunas balsas desaparecían en terribles tormentas, otras simplemente se extraviaban.
El cansancio, la sed y el frío azotaban. Ya se hablaba del fracaso, de regresar.
En el grupo había un hombre especial que transmitía confianza y aliento a los demás. Se llamaba Naylamp. Era pequeño y de voz cálida. Sus ojos grandes y negros, como de pájaro, cautivaban a quien los mirara. Su balsa de totora era igual a las otras, pero tan ligera que parecía volar sobre el océano. Lo acompañaba su mujer Cetemi. Los dos tocaban suaves melodías en sus caracoles marinos; la música tranquilizaba a los hombres, los hacía olvidar sus penas, sus problemas.
Gracias a sus dones y capacidad, Naylamp se había convertido en un jefe muy querido por su pueblo.
Una noche, mientras proseguían aquella interminable travesía, el temor invadió a Naylamp. Alzó su voz y dijo:
“Luna, amiga mía, me prometiste una tierra generosa. Te he seguido junto con mi pueblo, pero tú nos has abandonado; ya ni tú ni las estrellas nos alumbran en la noche”.
Asomando por las nubes, la luna le contestó: “Sigue tu camino, Naylamp. El mar te llevará a donde te prometí”.
Continuaron navegando. Los inconvenientes aumentaban. La gente empezaba a desesperarse. Esta vez Naylamp se quejó al mar. Este, conmovido, le contestó: “Cálmate. Levanta los ojos y verás la tierra que ansías”.
En ese fantástico momento, los músicos soplaron sus caracoles y los cantores elevaron jubilosas melodías. Entre la muchedumbre que reía y cantaba, sobresalió la potente voz de Naylamp: “¡Saltemos a tierra! Demos gracias a nuestros dioses. Al fin hemos encontrado el lugar ideal para vivir”.
El jefe caminó entonces sobre polvo de conchas marinas que el encargado Fonga Sigde había derramado sobre la nueva tierra. Entusiasmados, los hombres desembarcaron en una playa de arena dorada, y empezaron a recorrer los contornos. Después de unas horas, comprobaron que era una tierra fértil donde abundaban el agua dulce y los animales silvestres. Decidieron establecerse allí, en el sitio que más tarde se llamaría Lambayeque.
Lo primero que hicieron fue construir casas de adobe de chots. En cada chot colocaban una pequeña estatua verde, semejante al buen jefe Naylamp. Enseguida celebraron ceremonias de agradecimiento, en las cuales los danzantes fueron acompañados por Pita Zofi, el más hábil tañedor de caracoles.
Conforme pasaba el tiempo se organizaban mejor: se dividían las tareas y cada uno colaboraba en el bienestar común. El buen jefe trabajaba con la gente y la estimulaba a aprender nuevas técnicas. Así fue como se desarrollaron los diferentes oficios: unos aprendieron a hacer chicha de maíz, que apagaba la sed y jamás faltaba en las fiestas. Otros confeccionaban magníficas ropas con plumas de ave y bordaban tejidos espléndidos. Unos se dedicaron al maquillaje: se pintaban sus caras, diferenciándose así los rostros según las labores que desempeñaban. Y muchos se dedicaron a la pesca. Todos estos primeros artesanos les enseñaron a sus hijos y éstos a los suyos, y así sucesivamente. Con el tiempo, el pueblo se hizo grande y famoso. La figura de Naylamp tenía un poderoso significado. Los hombres se habían acostumbrado a respetarlo y honrarlo.
Pero algo los preocupaba, no los dejaba vivir tranquilos: el rostro de su amado señor reflejaba una tristeza que él mismo no podía disimular. Nadie entendía por qué. Una mañana Naylamp desapareció. Lo buscaron en su casa, en los alrededores, pero en vano.
La inquietud era general. Alguien dijo que había escuchado la misma voz que le hablara durante la travesía, y que esa voz le había dicho que era el momento de partir, de regresar, y que Naylamp se había ido volando con unas alas inmensas.
La pena se apoderó del pueblo. Nadie durmió aquella noche. Casi todos esperaron la vuelta del jefe varios días a la intemperie. Algunos salieron a buscarlo enrumbando por los diversos lugares. Sin detenerse, Pita Zofi tocaba su caracol con una intensidad que nunca antes había logrado; creía que, al oírlo, Naylamp volvería.
Un amanecer, cuanto Pita Zofi concluía una melodía, los demás vieron una bandada de aves que seguía a un pájaro grande y brillante en dirección a la luna. Según los jefes, aquél pájaro era Naylamp y el pueblo conservó para siempre esa creencia.
Desde entonces los hombres no perdieron las esperanzas de ver nuevamente a Naylamp, y transmitieron la leyenda de generación en generación a fin de que cuando volviera fuera recibido como se lo merecía.
Si alguna vez escuchas el sonido de un caracol marino, recuerda a ese valeroso pueblo llamando a su buen jefe Naylamp.
http://dineba.minedu.gob.pe/xtras/lecturas_breves_2.pdf




Ubicación espacio temporal.
Los inicios de la cultura Lambayeque se remota a finales del Horizonte Medio, 700 d.C y su existencia se prolonga hasta el año 1400 d.C., cuando fueron con quistados por Chimú. Geográficamente se desarrolló en la costa norte de Lambayeque y según algunos investigadores la influencia de este pueblo se extendió hasta Piura, por el norte y hasta Pachamac por el sur.

Organización política y social.
Lambayeque fue un Estado teocrático, basado en una sociedad estratificada, donde la élite gobernante está conformada por familias de origen divino, luego encontramos a un grupo de administradores, seguidos de los artesanos y agricultores.

Arquitectura.
Sobresale el complejo de Batan Grande, compuesto por 17 pirámides con alturas superiores a los 30 metros. También sobresalen una serie de tumbas reales acompañadas de patios que la comunicaban.
Batan Grande representó el centro religioso, administrativo y económico de Lambayeque, ahí no sólo se tomaban las decisiones importantes, se organizaba el trabajo y distribución de la agricultura y metalurgia, también sirvió de última morada a los miembros de la elite.


Religiosidad.
Con el mito de Naylamp surge, por primera vez en la historia del Perú, la mitología religiosa, este mito fue recogido por los españoles como el cronista Miguel Cabello de Balboa, en algunas versiones de este mito se hace mención del dios Llampayec, para otros investigadores Naylamp no sólo se convertiría en el origen de esta sociedad sino también en un Dios, que sería representado en diversos artículos de orfebrería como el Tumi o cuchillo ceremonial. Este mito fue recogido por el cronista Miguel Cabello de Balboa con impresionante detalle.

Economía .
Los Lambayeque tuvieron una economía basada en la agricultura, sobre todo del maíz y algodón. Durante su apogeo se construyeron canales que permitieron unir los valles de Reque, Chancay, Lambayeque y La Leche.

Metalurgia.
La metalurgia, fue una actividad que permitió finos trabajos en metal, por sus técnicas y motivos son consideradas los mejores exponentes de las culturas prehispánicas, heredaron estos conocimientos de los moche, y pasarían a formar parte de la metalurgia Chimú. El oro, plata, la aleación de ambos y el cobre fueron los metales más utilizados. Sobresale la técnica de la aleación pues llegaron a conseguir por ejemplo un color dorado en los objetos utilizando poco oro. También utilizaron las técnicas del martillado y repujado.

Cerámica

Al igual que en las otras expresiones de la cultura Lambayeque, la cerámica también plasmó la imagen de Naylamp.
En la cerámica destacan el color negro, conseguido mediante la quema en horno cerrado que ahumaba la superficie de las vasijas. Los ceramios típicos de esta cultura se caracterizan por tener un cuerpo esférico sobre una base de pedestal con pico troncocónico, en el cual se perfila la figura de Naylamp.


Intermedio Tardío o Segundo Desarrollo Regional

Para el siglo X d.C., las grandes civilizaciones del Horizonte medio: Wari y luego Tiahuanaco, colapsaron, quizá producto de cambios climáticos que provocaron una gran sequía duro varios siglos después. Esta situación determinó el resurgimiento de sociedades locales, los centros urbanos dieron paso a pequeñas aldeas, cuyo interés principal fue fortalecer sus condiciones de vida y seguridad. Los grupos más pequeños, locales, se desarrollaron principalmente en la sierra, mientras que los de la costa, estos fueron más extensos, de carácter regional.

La desintegración de Wari y Tiahuanaco dará origen a una nueva etapa en la historia del Perú, conocida como el Intermedio Tardío, la cual se desarrolló entre los años 1000 al 1450 d.C. aproximadamente. Dentro de los reinos representativos de este periodo tenemos:

  • Lambayeque
    Chimú
  • Ychma
  • Chincha
  • Chancas
  • Huancas
  • Chachapoyas
  • Reinos aymaras
  • Cusco
  • Cajamarca